Todo el mundo sabe escribir hipotermia
La foto, aparecida en el suplemento que publican conjuntamente EL PAÍS y The New York Times, ilustraba un reportaje sobre el hambre en el mundo. La anciana del turbante agujereado, que quizá no tenga más de 35 años, es somalí y está masticando un pedazo de piel de camello del que no es probable que obtenga ninguna caloría, aunque, si lograra tragárselo, apaciguaría durante unos instantes el motín que se ha producido en sus entrañas. El hambre, que en el estómago de usted o en el mío no pasa de ser una sensación, en el de esta mujer es un lobo que aúlla desde los intestinos y al que hay que engañar con cualquier cosa (una raíz, una bola de barro, una corteza...). Las técnicas para aliviar las dentelladas del hambre varían, según el citado reportaje, de unos a otros países. En Eritrea, las mujeres se atan una piedra plana al vientre para atenuar las convulsiones; las madres de muchos países africanos ponen al fuego una sartén con piedras y dicen a los niños que la comida est...
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