Noro-lim Asfalot
—Noro-lim Asfaloth, Noro-lim—musitó ella al oído del caballo.
Sentía el abrazo descomunal de las tinieblas ahogándome. Era como una locomotora de intensos dolores que me abatía; era como si su espada aún se hundiera en mi pecho y atrajera más y más sufrimiento. Por momentos, en mi inconsciencia, sentía sus fatigadas respiraciones en mi piel y los constantes golpeteos que provocaban morados en mis brazos al querer estrujar el poderoso anillo estaban por esfumarse. El dolor sin duda alguna era inherente a la pobre situación que estaba por vivir.
Me habían perseguido durante toda una vida o al menos eso sentía. Eran como los demonios de mi mente. En ocasiones oía extraños sonidos, el bello lenguaje élfico se hundió en mi garganta: Noro-lim, noro-lim. Ya quisiera poder haber salido corriendo a grandes zancadas para disputar mi vida, pues como diferencia, el lenguaje de los Nazgúl era terrorífico, horrendo y me hacía sentir mas miedo.
Aunque de momento, me sentí seguro, porque ella cabalgaba sin parar. La valentía de esa elfa, era equitativa a toda mi vida, a mi realidad... a mis ganas de vivír.
«Por fin ha llegado el momento», pensé. Hemos atravesado montañas y enormes parajes, para mi todo esto es como un viaje sin retorno. Me ha llevado en su corcel sin mirar atrás, sin rendirse ante los obstáculos que tiene frente. Con eso me basta, al fin podré cerrar mis ojos y dormir tranquilo, alejado de todo dolor y de todo llanto. Las garras de la muerte me van a consumir.
Pero todo se detiene. Alcanzo a escuchar el sonido del agua, y delante de mi iris una tormenta de agua. Es como un camino plateado hacia las estrellas. Los Nazgúl furibundos patalean con ímpetu y maldicen sin razón. Todo se acaba. Ellos saben que pronto, nunca más me tendrán tan cerca como ahora, que nunca más se ensañaran conmigo. Entonces como animales enfermizos amenazan y profieren:
—¡Entréganos al mediano, elfa!
Ella contestó con el dejo de la mayor confianza:
—Si lo deseas, ven a reclamarlo.
Fue una embestida enorme. Sus mentiras, sus falsas y arrogantes mentiras, se pierden en la inmensidad del vado. Veo mi vida volver, pues ya no estaré mas en su lado, ahora estoy junto a ti.
Por: Ramón Alfonso Torres. Escrito por mi, basado en el primer capitulo de la trilogía del señor de los anillos.
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