“Entre dos mundos”




—Me llamo Drago—le dije.
—Genial, mi nombre es Tiriath—contestó él.
Ambos quedamos suspendidos en un silencio brutal después de nuestras presentaciones. Con un gesto de duda se atrevió a preguntar:
—¿Y que significa? —Yo lo miré sin comprender—, ¡tu nombre, bobo! ¿Qué significa?
—¿Bobo?
Sonrió de una manera peculiar.
—Bobo… claro, ¡mmmm! Es una forma de decir tu poco entendimiento o tu falta de capacidad…
—Ya lo entiendo. Pero creo que te has equivocado. Podría demostrar todos mis conocimientos… si así lo deseas.
—Vaya que no lo entiendes… eres algo… frio.
Esa manera de hablar, era sumamente diferente para mí. Jamás en mi vida me habían llamado de esa manera…
—Dragón.
—¿Te llamas Drago no…?
—Si pero mi verdadero nombre es Dragón o Draco. Como la constelación situada en el hemisferio norte.
—Nunca había conocido a alguien con ese nombre. Pero me parece genial.
—¿Y el tuyo?
—Mi nombre significa, enviado por los dioses.
De nueva cuenta la conversación llegó a su fin. Y ambos nos miramos y no comprendimos que hacíamos en ese lugar.
—¿Crees que esto es un sueño? —preguntó él, e inmediatamente se sentó sobre el suelo. Estaba húmedo y había un líquido rojo escurriendo por cada baldosa.
—Creo que sí. Pero prefiero ponerlo en tela de juicio… quiero creer que no estoy soñando.
—¿Por qué?
—Los centaurianos no soñamos Tiriath. Solo conocemos la definición de sueño o su plural, pero jamás soñamos, ni tampoco hacemos algo similar. Si en verdad sueño, no dudaría que hay algo mal en mí, en mi programación y en mis antiguas vidas.
Tiriath observó el horizonte, el cual se encontraba flameado de nubes cobrizas y múltiples columnas de humo que se elevaban hasta las mismas nubes.
—¿Ves eso? —me dijo apuntando hacía las humaredas. Si en verdad esto fuese un sueño, no estaría sucediendo ese tipo de desgracia… te envidio Drago, no soñar para mí sería una bendición.
De pronto un crujido, y un par de gritos se elevaron por el aire.
—Ese es el ruido de la muerte, que nos acecha… a nosotros los humanos…
Enseguida todo se ilumina en cuestión de segundos, tanto como Tiriath y yo somos fulminados entre lágrimas y portentosas ráfagas de ardiente fuego.
El último de los sueños fue el más perturbador de todos, pues el otro de ser de nombre Tiriath pide mi ayuda, clamando entre dientes… y su hogar… y esos floridos campos que se extienden tras miles de kilómetros se esfuman tras la caída de un artefacto destructivo y químicamente abrasivo. El recuerdo más reciente es una nube de polvo y humo radiactivo que barré todo.
Uno de los lemas de un Centauriano, es no demostrar debilidades y combatir nuestros problemas con inyecciones de conocimiento. Por lo tanto, los sentimientos son las debilidades de nuestros ser que nos absorben fugitivamente en el agujero de lo más despreciable. Pues yo no lo siento así, ya que estas inyecciones de adrenalina y de recuerdos, dudo mucho que sean sueños. pues se asemejan más a un recuerdo vivido o a un viaje entre dos mundos.




Por: Ramon Alfonso Torres

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