"De mis platicas con Dios" Parte 1

“De mis platicas con Dios”





Había pasado cierto tiempo desde que no había sentido esa sensación. Ese sentir, por el cual lloriquear sin realmente lograrlo concretar se convertían en sombras de mi espantosa existencia. Ese arrebato de querer esfumarme o huir de esta vida sin mirar hacia atrás, para dejar de lado todos mis problemas que habían estado acumulándose a lo largo de mi espantosa vida. Aunque siendo poco sincero, la última vez que habíase sucedido, yo no tenía mi barba crecida, ni tampoco estos harapos que simulan un poco de ropa bien, en teoría era mi vida normal.
No había sido una voz prodigiosa en medio de canticos y trompetas celestiales, sino más bien un susurro tenue y claro (como el silbido del aire), pero no un murmullo intimo en medio de la noche; ni tampoco una luz que pudiera atravesar mi cuerpo e inmolarse en mi subconsciente; ni mucho menos una llamarada en medio de una zarza en la lejana provincia de mi loquera.
Lo que habíase sucedido, me habría dejado estupefacto si yo no lo hubiese ignorado, aunque de vez en cuando esta mente cansada, me juega jugarretas e impregna esas conversaciones en lo más profundo de mi subconsciente y taladra de poco en poco, mi frágil cerebro que se desmorona con cada golpeteo del alcohol que escurre  a través de mis manos y mancha el oscuro y amargo porte de mi alma.
Entonces escucho esa voz tenue y portentosa. Afino mi oído un poco, pero esos golpes, esos dolores de cabeza, me mueven el mundo y mi estabilización. Poco a poco, me dou cuenta que esa voz era completamente normal pues es la única manera en que pueda describirle aunque debido a mi naturaleza humana me vi obligado a desconfiar, digo nadie susurra a tu oído así nomás porque si, por lo que opté por estar siempre a la defensiva, atónito y un poco engreído, consumido por el hermetismo de mi poco entendimiento hacia la razón de las cosas y de lo que me estaba pasando, me vi obligado a lanzar la primer pregunta. Así que me erguí aun sentado y pregunté:
—¿Quién eres? —Lancé la pregunta al aire. En el principio de la bocacalle apenas se asomó un carro y giro a su derecha. No hubo respuesta alguna, al menos no de de momento. Luego, pasaron diez, quince, veinte segundos y yo ofuscado por mis arranques de locura me lance de nueva cuenta al suelo. Hace días había escuchado voces en mi cabeza, pero yo creo que es completamente normal que uno como persona escuche voces y gritos. Todo escuchamos voces en nuestras cabezas, unos no tanto, otros si, por ejemplo, en ciertas ocasiones suelo escuchar hasta cinco voces diferentes durante un día. Inclusive en mis momentos de calma a veces veo ascender un buitre que me habla y platicamos acerca de nuestras vidas. Él me ha dicho que es alguien cercano a mí. La primera vez tuve tiempo de analizar su voz, y era como la de mi padre, aunque estoy seguro que no era él. O aquel anciano de piel arrugada, hace mucho tiempo que no logro saber de él, me hubiese dado un gusto de proporciones inmensas verlo una vez mas o dos quizás.
—Soy todo—me dice.
Tragué un poco de saliva, al mismo tiempo que un escalofrió recorrió mi cuerpo de largo a largo.
Contento por esa respuesta no esperada, me apresuro a decirle:
—¿Cómo es que puedes ser todo?
—Simplemente lo soy, porque tengo que serlo—me responde casi de inmediato.
—Fantástico: tú eres todo y yo nada. Injusta es esta vida conmigo. ¿No lo crees?—mencioné con cierto tono de disgusto. A pesar de que yo no veía nada, su voz era firme y clara. Sentía una presencia sentada junto a mí.
—No creo que seas nada. Eres parte de mí y eso debe hacerte sentir algo especial.
—¿Especial? No tengo nada de especial. ¿Qué acaso no me vez? Un hombre antipático y ermitaño, que solo piensa en él y en sus malditos vicios—después paré para tomar un aliento y para finalizar le dije—. Me llamas parte tuya, yo no puedo ser tu parte de nadie. El único padre que ha estado conmigo, me ha abandonado hace bastante tiempo y he optado por ser nada.
—Si quieres verlo de esa manera, yo soy vuestro padre. Y jamás te he abanado.
Nunca lo había sentido así de cerca. Pero en mi cabeza hueca aún tenía otros pensamientos. Por lo que no pude coordinar nada y un silencio profundo hubo entre nuestras voces.
—¿Y bien? —me dijo, después de oírme cacarear.
Tuve un instinto de voltear a ver a mí en rededor pero no había ni un alma en pena. Al parecer no quería ni siquiera que se asemejara a un interrogatorio, sino que, más bien fuese una conversación digna, algo así como ponerme a su altura. Él me había dicho, que sabía cuantas preguntas tenia y no eran muchas, así que me volvió a animar a preguntar.
—Yo soy vuestro padre, soy tu creador así que puedes preguntarme—afirma.
Por una fracción de minuto mi corazón se detuvo. Obviamente mi padre no había vuelto en años, pero me encontraba charlando con Dios, no era algo fuera de lo normal, a veces también solía platicar con mis bisabuelos, pero esta vez fue más impactante. Tuve miedo durante un rato y un poco de frio, pero eso debió a ver sido por la ausencia de calcetines.
Entonces tuve el atrevimiento a decir:
—Perdóname, pero espero que me puedas entender. ¿Sabes lo poco que creo en ti? —apenas pude decir esas palabras. Era Dios, como iba yo a decir eso.
—Yo tampoco creo mucho en ti—me interrumpe. Se me cayó la cara de vergüenza. El solo sonrió un poco.
Recogí mis piernas, mientras que, el frio de la noche empezaba a arrollarme.
—No creo que en tu inexistencia, pero mi vida me ha orillado a dudar más bien de tu  existencia, creo más que nada que esto se debe a que nunca has hecho nada por mí. He sufrido tanto.
— ¿Y crees que debería hacer algo por ti? Piensa, cuando un hijo es malo o desagradecido, ¿el padre debería está sujeto a complacerle? Yo creo que no. Soy vuestro y he visto lo que haces con tu vida. Degradándola hasta los más viles tratos y formas. Manchando el alma con ese negro portentoso de esta tu primer vida.
Yo solo titubee. Había sido un poco egoísta con lo que dije.
—Perdón—agaché la mirada.
—No deberías pedirme perdón. Eres una persona inteligente y brillante. Lo que si puedes hacer es reconciliarte con el templo de tu cuerpo e ir por un camino recto sin mirar atrás. No pido mucho, solo que te ames a ti mismo y disfrutes de la vida. Porque vendrán otras y ese es el ciclo. El termino vida viene ligado a tu alma y tu alma se encuentra ligada por pequeños filamentos al cosmos. Al final todos somos uno.
—Has mencionado algo acerca de mi vida… ¿Qué acaso hay más de una?
—Esa es una pregunta muy seria. Te la responderé de la manera más inteligible. Todos tenemos un propósito, si no lo cumples tienes otras oportunidades en el, en esta o en la siguiente vida. Por lo que tu existencia se define a una palabra: el siempre. Nacer, vivir, crecer y morir. Y así respectivamente. Mientras yo los observo con toda gracia. Pues esa es mi existencia, vivir por siempre y para siempre, en comunión con todo.
Había escuchado eso antes de la boca de mi madre pero nunca le había creído.
—¿Cómo es que puedes existir por siempre y para siempre? Es un poco difícil de comprender —me atreví a preguntar de nueva cuenta. Me di unos cuantos golpes en la cabeza con mi mano derecha, era un tonto en definitiva.
Después del cuarto golpe, sentí la fuerza de su mano sobre mi brazo, había detenido los arrebatos. Mis loqueras.
—No lo hagas—me dice con un poco de fuerza en su voz—. Lo último que quiero es que te lastimes. Ahora déjame responder a tu pregunta: ¿Desde cuándo existo? Cuando para mi esa es una palabra poco compresible sé que para ti lo será aún más, simplemente desperté en medio de la nada y me di cuenta de mi existencia. Aunque temo decirte que él desde cuándo, es asunto de ustedes, pues fueron ustedes los que se han hecho la idea y han vivido atados a la lenta pero constante rueda de lo que definen tiempo.
—¿Hemos sido nosotros?, ¿los que hemos creado el tiempo? —cuestioné.
—De hecho la constante tiempo, solo aplica para ustedes: nacen, crecen, viven y finalmente mueren. Observan y creen que todas esas acciones tienen que suceder algún día, viven asustados, encerrados en una burbuja, esperando el día final de sus vidas. Pero no observan más allá que la línea que atraviesa sus mentes y se adentra en la capa de la conciencia y el tiempo mismo. Se han hecho de un invento para poder sobrevivir a base de reglas, leyes y teorías, pero a final de cuentas ese solo es un invento lineal. Por eso es que nuestras mentes aunque están conectadas, tú y yo tenemos percepciones diferentes de todo lo que hacemos…
Apenas podía entender todo lo que me decía.
—…como te he mencionado antes, mientras tu solo vives esta vida en decadencia esperando el día de tu muerte, la constante “tiempo” va reclamando poco a poco su espacio en la delgada línea de la vida. En pocas palabras esa proyección es como una flecha, en la cual existen solo dos direcciones: o ir adelante o ir hacia atrás. ¿Pero porque no mirar a los lados? Porque no ver el mundo desde otro punto de vista… Hasta que no entiendan que su inicio no es mi inicio y que su final no es más que el principio, entonces podrán saber más de mí.
— ¿Entonces el tiempo corre en más de una dirección?
—En efecto—asiente con su silueta casi invisible—. Pero el tiempo no es como lo conoces o mejor dicho como lo consideran. Por ejemplo: todos ustedes viven orillados a vivir un futuro mejor, por lo que el presente se vuelve monótono, imperceptible para la vida cotidiana y de ese modo la vida pierde sentido. ¿Qué caso tiene vivir una vida sin sentirla? Adaptarse a un futuro cercano no significa  vivir mejor o vivir en paz con la vida misma. Sin embargo, han de darse cuenta, que yo existo en este presente, en el ahora, también existo en el pasado y en el futuro. Yo vivo el ayer, el ahora y el mañana al mismo tiempo. Y es así como puedo estar donde quiera, omnipresente como ustedes dicen—esboza una sonrisa un tanto alegre—.
—He entendido muy poco—le digo con cierta simpatía.
—No te aflijas, no esperaba que lo hicieras.
Hubo otro silencio largo. Por un momento pensé que hablaba solo. Mi garganta apenas pudo emitir sonidos.
— ¿Sabes? Siempre he tenido una duda—le digo con mi mano.
El asiente.
—Entonces el tiempo es relativo. Los viajes en el tiempo deben ser una necesidad.
—¿Para qué desearías viajar en el tiempo?
—Bueno a lo que me refiero, es que si el tiempo tiene más de una dirección, los viajes en el tiempo son una realidad. Podría enmendar mis errores. Tocar el rostro nuevamente de mi madre. Ver fantásticos momentos. Inclusive ver el momento de la creación de la humanidad.
Su silueta se había vuelto un poco menos transparente. Por lo que pude ver apenas el rostro de un hombre de algunos cincuenta años. Aunque no tengo palabras para describirlo con algún otro hombres. Era totalmente diferente a lo ya visto.

—¡Vaya!, jamás imagine que eso te importara. Permíteme darte una respuesta rotunda, ustedes existen desde que debieron existir.



Por: Azif Torres (Ramon Alfonso Torres)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Todo el mundo sabe escribir hipotermia

“Del amor y mis conflictos existenciales”

Contigo sin ti